La Unión Europea y las Artes Escénicas
Manuel Vilanova
Director de Fiestacultura
La Unión Europea decidió recortar al máximo las prestaciones económicas tras la grave crisis bancaria del 2008, lo que provocó que países como Grecia o Irlanda estuviesen a punto de quebrar. El desencuentro con las necesidades ciudadanas estuvo a punto de romper la UE, ya que familias honradas de toda la vida se veían desahuciadas y con deudas que nunca iban a poder pagar.
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Por eso no es de extrañar que ante otra crisis económica, en este caso producida por la pandemia de la Covid-19, la reacción de las autoridades europeas haya sido muy diferente. En lugar de apretar económicamente a la población se ha optado por incentivar la economía mediante ayudas a fondo perdido para las empresas. Para ello se creó el programa “New Generation” y se le dotó de abundante dinero a fin de reactivar la economía. Uno de los objetivos consistía en potenciar las artes escénicas. En concreto se creó un Plan de recuperación, transformación y resilencia para financiar la modernización y gestión sostenible de las infraestructuras de Artes Escénicas. La aplicación de este Plan, muy dotado económicamente, se dividió en España entre el INAEM y las comunidades autónomas. Tanto el ministerio como algunas comunidades autónomas entendieron que cuando se habla de infraestructuras se están refiriendo a los “teatros, auditorios, carpas de circo, salas de música en directo, espacios escénicos y musicales de compañías de teatro, danza, música y circo y otros multidisciplinares” (Navarra), siempre y cuando se pueda demostrar el uso anterior de esos espacios para la creación y/o difusión del arte escénico.
El dinero proviene de fondos europeos y algunas comunidades autónomas han recortado el acceso a esa ayuda a la mayor parte de las empresas artísticas de su comunidad. Por suerte, otras autonomías sí que facilitan el acceso a obtener esa ayuda a todos los espacios escénicos de su territorio.
No obstante, otras comunidades autónomas han reducido la aplicación de estas ayudas a las salas que se encontrasen en funcionamiento en la temporada 2020-2021. “Se entenderá que se cumple este requisito si en la misma se ha ofrecido un mínimo de diez representaciones, espectáculos o conciertos diferentes, todos ellos de carácter profesional.” (Diari Oficial de la Generalitat Valenciana Núm.9250 / 05.01.2022 página 868.) Y esta redacción tan desafortunada conlleva que las compañías que no dispongan de una sala de exhibición queden fuera de las ayudas. Algo inaudito y que va claramente en contra del espíritu de reactivación económica de las empresas escénicas que asume la UE. El dinero proviene de fondos europeos y algunas comunidades autónomas han recortado el acceso a esa ayuda a la mayor parte de las empresas artísticas de su comunidad. Por suerte, otras autonomías sí que facilitan el acceso a obtener esa ayuda a todos los espacios escénicos de su territorio. Es incongruente, pero en algunas comunidades autónomas todas las compañías podrán acceder a esas ayudas y en otras autonomías, no. Hay que felicitar públicamente a los legisladores, políticos y asociaciones profesionales de aquellas comunidades que han redactado las ayudas para permitir el acceso a todas las infraestructuras escénicas. Y hay que insistir ante las autonomías que han metido la pata que rectifiquen en la nueva convocatoria que ha de salir en este 2022 para que no repitan el tremendo error cometido. Incluso podrían haber modificado su orden actual y ampliar el plazo de la misma tal como acaba de acaecer con la orden del ministerio que ha sido modificada tras su publicación. Y en este momento es imprescindible que las asociaciones empresariales denuncien ante sus respectivos gobiernos autonómicos el reduccionismo que han practicado, abusando de o no entendiendo la libertad de redacción de la que disponían. No tiene lógica que las ayudas de la Unión Europea sean recortadas desde la incompetencia o, lo que es peor, la estrategia política.
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